Salvador Calvo y ‘Adú’ a por los Goya: «podemos aún hacer cine comprometido»
Fuente: www.elconfidencial.com
13 NOMINACIONES A LOS GOYA
Sólo ha dirigido dos largometrajes, pero el director de ‘1898: Los últimos de Filipinas’ y ‘Adú’ ya acumula con ambas películas 22 nominaciones a los Goya.
A un día de la 35 edición de los Premios Goya, Salvador Calvo, el director de la película con más nominaciones, ya siente los nervios de la ceremonia. «Tenemos que tener una especie de photocall dentro de casa para hacer una especie de rueda de prensa con los medios. Tienes que arreglar tu casa para que se vea bonita. Tenemos que hacer el ensayo general el viernes. Vamos a tener una cámara con una mochila y un ayudante que va a hacer planos un poco más especiales que los del zoom», enumera entre risa nerviosa.
‘Adú’, su segundo largometraje para cine tras ‘Los últimos de Filipinas’, intenta abarcar el drama de la inmigración -en especial de la subsahariana que llega (o no) a las costas españolas- a través de tres historias protagonizadas por los benineses Moustapha Oumarou, Zayiddiya Dissou y el francés Adam Nourou, Luis Tosar y Anna Castillo como padre e hija, y Álvaro Cervantes en el papel de un guardia civil que trabaja en la valla de Melilla. Un drama social que sorprendió por su taquilla -más de seis millones de euros en un género que siempre ha repelido la taquilla española- y por las trece nominaciones a los Premios de la Academia.
«Ha sido un año extraño para todos y para todo», admite Calvo. «Normalmente, cuando estrenas una peli en enero -yo, además, estrené una semana después de la anterior edición de los Goya y una semana antes de los Oscar-, a nivel mediático no sueles tener ningún tipo de repercusión. Al final la peli funcionó y tuve que dar la razón a mis productores, que fueron los que me convencieron, porque tuvo seis semanas de taquilla con los cines funcionando al 100% antes de cerrar por la pandemia, lo que permitió que hiciera una recaudación bastante buena, de 6.375.000 euros. Para una peli que costó 4 millones está bastante bien».
Durante el rodaje de ‘1868: Los últimos de Filipinas’, la pareja de Calvo lo acompañó en el mes y medio de rodaje que tuvo lugar en Canarias. Allí conoció las tragedias que habían superado muchos de los inmigrantes que llegaban al Comité Español de Ayuda al Refugiado (CEAR) y sintió que más allá de lo que emiten los Telediarios, contar el periplo de estos migrantes a través del cine podrían ayudar a concienciar de una manera más emocional a los espectadores. «Allí conocí la historia del niño en el que se inspiró Adú, que era un chaval que había venido con su madre y sus dos hermanas», comienza el relato del realizador.
«La madre, a las dos semanas, se había gastado el dinero que les daba la Comisión en un sujetador de La Perla. Y en la Comisión empezaron a sospechar, hasta que un día escucharon al niño llamarla ‘Señora Joela’ y a ella decirle que allí la llamase ‘mamá'». Después de someterles a un examen genético, las autoridades se percataron de que el niño y su supuesta madre no eran familia. «Ese niño venía con una red de tráfico de órganos. Lo que hacen con estos niños… los desguazan y venden los órganos en un mercado que tiene su epicentro en Canarias y que se extiende por toda Europa», explica afectado. «Cuando llegan las pateras a la costa, unos motoristas esperan y se llevan a esos niños, que ya ni cuentan, ni salen en estadísticas ni nadie sabe nada de ellos. Los hacen desaparecer».
De allí también tomó prestada la historia de Massar, el personaje interpretado por Nourou. «Era un niño de Somalia que había huido de un tío suyo que lo violaba y que era un señor de la guerra. Había conseguido escapar de allí, cruzar sólo el desierto del Sáhara y acabó en Marruecos prostituyéndose para pagar el precio de la patera«. En ‘Adú’, ambos niños acaban encontrándose en su odisea hacia el norte, hacia la tierra prometida. Una historia tan dura que, probablemente, la mayor parte del público sólo pueda digerirla a través de la ficción.
Calvo quiso reconstruir mediante la ficción ese posible camino que lleva a un niño desde un país como Camerún, donde el Boko Haram sigue asesinando y secuestrando ante la inacción de un gobierno represivo con la población civil, hasta territorio español. Para ello, ha contado con la ayuda del guionista cubano Alejandro Hernández, quien ya escribió el libreto de su anterior película. Para rodar esta ‘road movie’ que transcurre en Camerún, Senegal, Mauritania, Sáhara, Argelia, Marruecos y Melilla, el equipo de Calvo, con el director de arte César Macarrón, y ante las pocas garantías de seguridad que ofrecen algunos países de la zona, decidieron rodar en Benín, en el golfo de Guinea, que les ofrecía todo ese abanico de paisajes que necesitaban para ‘Adú’.
«Porque en ‘Adú’ quería contar la historia de los africanos que quieren llegar a Europa, los europeos que necesitan de África -el viaje inverso lo hacen ese padre e hija que interpretan Luis Tosar y Anna Castillo, esa familia que no tiene comunicación tras el divorcio y quieren reencontrarse-, y la de los que evitan que estos dos mundos se encuentren, que es la de las vallas y los guardiaciviles», analiza. «Con el padre y la hija queríamos contar los problemas del primer mundo, que visto en contexto con los del tercer mundo son hasta ridículos. Hemos intentado, de todas formas, no juzgarlos, sólo ponerlos para que el espectador se dé cuenta de que lo que para el espectador es un problema que su hija salga con no sé qué gente y se ponga hasta el culo y no le interese nada, en comparación con lo que ocurre con estos niños africanos es nimio«.
El director también reflexiona sobre la voluntad de comunicación (o la falta de ella) en el mundo moderno. «Los dos niños africanos protagonistas, cada uno habla idiomas completamente distintos porque vienen de diferentes países, pero se entienden, mientras que el padre y la hija hablan el mismo idioma y no. Hay algo en nuestra sociedad que hace que la comunicación no fluya, porque en la comunicación existe una cosa llamada voluntad«.
Una de las mayores satisfacciones para Calvo ha sido revertir esa idea de que películas como ‘Adú’ no interesan a un público mayoritario. Su film ha atraído a las salas a 1.088.469 espectadores en un año terriblemente complicado. «Hemos conseguido demostrar que sí se puede hacer cine con temas comprometidos que le interesen al público: lo que tienes que encontrar es una buena historia».